Hoy, después de 24 días laborables escribiendo sobre psicología y sucedáneos, declaro oficialmente interrumpido el Reto Psicoescritor. Son las diez y media de la noche y llevo intentando sentarme a escribir desde las ocho. Luchar contra la pereza es una parte importantísima del trabajo del escritor, pero no con TANTA pereza. En mi caso, la resistencia es un termómetro y quiere decir que algo no va bien.
Ya expliqué mis razones para intentar este reto. Quería conseguir ciertos objetivos y comprobar algunos supuestos. Estos eran los objetivos:
- Mejorar mi hábito de trabajo. En este sentido, sí que estoy contenta. He generado más ideas, me siento más a menudo frente al ordenador para escribir en esta web y le dedico más tiempo. Me quedo con la necesidad de trabajar en Psicosupervivencia todos los días laborales: escribir a diario no quiere decir publicar a diario.
- Crear un hábito en mis lectores. Por supuesto, en ese sentido eres tú quien tiene la última palabra, querido jipi. No sé si te gusta o no tener un post cada día. En cualquier caso, creo que para mí, como lectora, sería demasiado. Me da la impresión de que excede el límite de información útil que una persona puede aplicar en su vida cotidiana.
- Experimentar con un formato más libre. Aquí está el quid de la cuestión. Me da la impresión de que he confundido mis necesidades con las necesidades de mis lectores. Yo necesito escribir en un formato más libre y continuo más a menudo, pero eso no quiere decir que tenga que publicarlo aquí, o siquiera que tenga que publicarlo. Necesito escribir otro tipo de textos. Si sólo hablo de psicología, se me seca la mente. Quiero escribir ficción, ensayos sobre otros temas y chorradas. Eso ya lo tenía en massobreloslunes, y probablemente lo recupere, aunque quizá con menos frecuencia.
También aquí me encantaría saber tu opinión, pero me parece que el formato estructurado es más adecuado para el cometido de este blog. Además, sí tengo la impresión de estar quedándome en la superficie de la mayoría de los temas que trato. Tengo decenas de ideas que no estoy desarrollando porque un día me parece un espacio demasiado corto para escribir sobre ellos. Y, por supuesto, soy incapaz de llevar dos líneas de trabajo en paralelo: posts breves a diario y posts más trabajados de vez en cuando. Excede mi capacidad (o mi voluntad, aunque quizá ambas sean la misma cosa) en este momento de mi vida.
Además, los posts más largos y trabajados son los que tienen más comentarios, visitas y retweets. Esto quiere decir que es contenido que gusta más, que tiene más oportunidad de ser compartido y de llegar a más gente. La escritura diaria acaba sepultando temas importantes demasiado rápido.
El tema de este post, en el fondo, no es otro que cómo descubrimos el momento apropiado para abandonar. No es fácil hacerlo. Tienes que enfrentarte con la vocecita de tu ego diciéndote: estás como unas maracas, Marina, cambiando de idea cada tres semanas, y eso es lo que van a pensar tus lectores. No sé cómo pretendes dar una imagen más o menos respetable si todavía no tienes claro en tu cabeza lo que pretendes lograr con este blog. Shut up, bitch, le digo yo a la vocecita de mi cabeza, porque lo cierto es que empecé este reto para averiguar algunas cosas sobre mí y mi proyecto, y ya las he averiguado. Continuar después de eso es perder el tiempo.
Así que volvemos a la programación anterior, con un número indeterminado de posts con frecuencia variable (entre dos y tres por semana). Intentaré además darle más caña a las newsletters e incluir en ellas las actualizaciones, para que no te pierdas nada. Por cierto: ya somos 493 jipis. Anímate a suscribirte y haz que lleguemos a los 500, que es un número así como bonito.
Como siempre, jipi, perdona por hacerte cómplice involuntario de mis pajas mentales complejos procesos decisionales. ¿Qué opinas tú? ¿Te parece bien, mal o, como dice mi novio el porteño con mucha dulzura, te chupa un huevo? Deja tu opinión en los comentarios.
[Imagen: SimonQ????]
